Wednesday, December 17, 2014


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El presidente de Estados Unidos ha dado por finalizada una política con Cuba que califica de 'fracaso' y ha anunciado que restablecerá las relaciones diplomáticas con el país que preside Raúl Castro. 

TEXTO EN ESPAÑOL
"Buenas tardes. Hoy, Estados Unidos de América empieza a cambiar su relación con el pueblo de Cuba.
En el cambio más significativo de nuestra política en más de cincuenta años, terminaremos con un enfoque obsoleto que por décadas fracasó en promover nuestros intereses y en cambio, comenzaremos a normalizar la relación entre los dos países. A través de estos cambios, es nuestra intención crear más oportunidades para el pueblo estadounidense y para el pueblo cubano y comenzar un nuevo capítulo entre las naciones del continente americano.
La historia entre Estados Unidos y Cuba es complicada. Yo nací en 1961, justo dos años después de que Fidel Castro tomó el poder en Cuba y unos meses después de la invasión en la Bahía de los Cerdos, en la que se intentó derrocar a su régimen. En las siguientes décadas, la relación entre nuestros países tuvo lugar frente al trasfondo de la Guerra Fría y la firme oposición de Estados Unidos al comunismo. Solamente nos separan 90 millas. Pero año tras año, se endureció la barrera ideológica y económica entre los dos países.
Mientras tanto, la comunidad de exiliados cubanos en Estados Unidos contribuyó enormemente con nuestro país, en política, negocios, cultura y deportes. Como otros inmigrantes previamente, los cubanos ayudaron a reconstruir a Estados Unidos, a pesar de sentir un anhelo doloroso por la tierra y las familias que dejaron atrás. Todo esto forjó una relación única entre Estados Unidos y Cuba, al mismo tiempo amigos y enemigos.
Nos enorgullece que Estados Unidos ha apoyado la democracia y los derechos humanos en Cuba en estas cinco décadas. Lo hemos hecho principalmente a través de políticas dirigidas a aislarlos, evitando que se realice el más básico transporte y comercio que las personas que viven en Estados Unidos pueden llevar a cabo en cualquier otro lado. Y si bien esta política se originó con la mejor intención, ninguna otra nación impone estas mismas sanciones con nosotros, y ha tenido muy poco efecto más allá de otorgarle al gobierno cubano la lógica para aplicar restricciones sobre su gente. Hoy, Cuba todavía está bajo el gobierno de los Castros y el partido comunista que tomó el poder hace medio siglo.
Esta política rígida no sirve bien ni al pueblo estadounidense ni al pueblo cubano y se origina en eventos que ocurrieron antes de que muchos de nosotros naciéramos. Piensen que por más de 35 años hemos tenido relaciones con China, un país mucho más grande también gobernado por el partido comunista. Hace casi dos décadas, restablecimos relaciones con Vietnam, donde luchamos una guerra en la que perecieron más estadounidenses que en ninguna confrontación de la Guerra Fría.
Por eso es que, cuando asumí el cargo, prometí volver a examinar nuestra política con Cuba. Para comenzar, levantamos restricciones para las personas estadounidenses de origen cubano para viajar y enviar giros a sus familias en Cuba. Estos cambios, aunque fueron polémicos, ahora se ven como obvios. Los estadounidenses de origen cubano se han reunido con sus familias y los mejores embajadores posibles de nuestros valores. Y a través de estos cambios, una nueva generación de estadounidenses de origen cubano ha cuestionado más y más un enfoque que lo que más hace es mantener a Cuba excluida de un mundo interconectado.
Si bien personalmente he estado listo para tomar otras medidas desde hace algún tiempo, un gran obstáculo se interponía en el camino, la encarcelación injusta en Cuba de un ciudadano de Estados Unidos y un subcontratista de USAID, Alan Gross, por cinco años. Durante muchos meses mi administración ha mantenido discusiones con el gobierno cubano sobre el caso de Alan y otros aspectos de nuestra relación. Su Santidad El Papa Francisco apeló personalmente y urgió para que yo y el presidente de Cuba, Raúl Castro, resolviéramos el caso de Alan y para que atendiéramos el interés de Cuba en la liberación de tres agentes cubanos que habían sido encarcelados en Estados Unidos durante 15 años.
En el día de hoy, Alan volvió a su casa y finalmente se reunió con su familia. El gobierno cubano liberó a Alan por motivos humanitarios. Por otro lado, y como intercambio por los tres agentes cubanos, Cuba hoy liberó a uno de los más importantes agentes de inteligencia que Estados Unidos tuvo en Cuba, y que había estado prisionero durante casi dos décadas. Este hombre, cuyo sacrificio era conocido sólo por unos pocos, le dio a Estados Unidos la información necesaria para arrestar a la red de agentes cubanos que incluía a los hombres que se transfieren hoy a Cuba, como también a otros espías en Estados Unidos. Este hombre está a salvo ahora en nuestro territorio.
Habiendo recuperado a estos dos hombres que se sacrificaron por nuestro país, puedo entonces ahora tomar las medidas necesarias para establecer el interés de los pueblos de ambos países como centro de nuestra política.
Primero, he instruido al Secretario de Estado Kerry que comience inmediatamente las discusiones con Cuba para restablecer las relaciones diplomáticas que han estado interrumpidas desde enero de 1961. En adelante, Estados Unidos restablecerá una embajada en la Habana, y funcionarios de alto rango visitarán Cuba.
En donde podamos promover intereses compartidos, lo haremos, en asuntos como salud, inmigración, antiterrorismo, tráfico de drogas y respuesta a catástrofes. De hecho, ya hemos observado los beneficios de la cooperación entre nuestros países antes. Fue un cubano, Carlos Finlay, quien descubrió que los mosquitos transmiten la fiebre amarilla. Su trabajo ayudó a Walter Reed en su lucha. Cuba ha enviado a cientos de trabajadores de la salud a África a ayudar en la lucha contra ébola y creo que los trabajadores de salud de Estados Unidos y Cuba deberían trabajar mano a mano para detener la transmisión de esta enfermedad fatal.
Pero bien, en donde estamos en desacuerdo, plantearemos esas diferencias de manera directa, como lo continuaremos haciendo con los asuntos relacionados con la democracia y los derechos humanos en Cuba. Pero yo creo que podemos hacer más para apoyar al pueblo de Cuba y promover nuestros valores mediante a través de la participación. Después de todo, estos 50 años han demostrado que el aislamiento no funcionó. Es hora de un nuevo enfoque.
Segundo, he instruido al Secretario Kerry que revise la designación de Cuba como un Estado Patrocinador de Terrorismo. Esta revisión será guiada por los hechos y las leyes. El terrorismo ha cambiado en las últimas décadas. En un momento en el que nos concentramos en las amenazas desde Al Qaeda hasta ISIL, una nación que cumple con nuestras condiciones y renuncia al uso de terrorismo no debería enfrentar esta sanción.
En tercer lugar, estamos tomando las medidas para aumentar el transporte, el comercio y el flujo de información de y hacia Cuba. Fundamentalmente esto es sobre libertad y apertura, y también expresa mi creencia en el poder de la participación entre las personas. Con los cambios que estoy anunciando hoy, será más fácil para las personas que viven en Estados Unidos viajar a Cuba, quienes podrán usar tarjetas de crédito y débito de Estados Unidos en la isla. Nadie representa los valores de Estados Unidos mejor que su gente y yo creo que este contacto, en última instancia, hará más para empoderar a la gente de Cuba.
También creo que más recursos deberían llegarle a la gente de Cuba. Así que aumentamos significativamente la cantidad de dinero que se puede enviar a Cuba y eliminamos los límites en giros que apoyan proyectos humanitarios, al pueblo de Cuba y a su emergente sector privado.
Creo que las empresas estadounidenses no deberían ponerse en desventaja y que un aumento en el comercio es bueno para los estadounidenses y para los cubanos. Por lo tanto, facilitaremos transacciones autorizadas entre Estados Unidos y Cuba. Se permitirá a las instituciones financieras de EE.UU. abrir cuentas en instituciones financieras cubanas. Y será más fácil para exportadores de EE.UU. vender productos en Cuba.
Yo creo en el libre flujo de información. Desafortunadamente, nuestras sanciones sobre Cuba han negado a los cubanos el acceso a tecnología que ha empoderado a individuos de todo el mundo. Por lo tanto, he autorizado el aumento de las conexiones de telecomunicaciones entre Estados Unidos y Cuba. Las empresas podrán vender los productos que les darán a los cubanos la habilidad para comunicarse con Estados Unidos y otros países.
Estas son las medidas que yo puedo tomar como Presidente para cambiar esta política. El embargo que se ha impuesto durante décadas ahora se codifica en la legislación. A medida que estos cambios se desarrollan, espero poder envolver al Congreso en una discusión seria y honesta sobre la eliminación del embargo.
Ayer, hablé con Raúl Castro para finalizar la liberación de Alan Gross y el intercambio de prisioneros y para describir cómo progresaremos en adelante. Dejé claro lo que creo firmemente, que la sociedad cubana está oprimida por las restricciones sobre sus ciudadanos. Además del regreso de Alan Gross y de la liberación de nuestro agente de inteligencia, nos da gusto la decisión de Cuba de liberar a un gran número de prisioneros cuyos casos fueron planteados directamente por mi equipo frente al gobierno cubano. Nos agrada la decisión de Cuba de proveer un mayor acceso a internet a sus ciudadanos y la continua participación con instituciones internacionales como las Naciones Unidas y el Comité Internacional de la Cruz Roja que promueve valores universales.
Pero no dudo sobre las barreras continuas para la libertad que permanecen para los cubanos ordinarios. Los Estados Unidos creen que ningún cubano debe enfrentar acosos, arrestos o golpizas simplemente porque ejerce un derecho universal de expresar su pensamiento, y continuaremos apoyando a la sociedad civil en ese asunto. Si bien Cuba ha hecho reformas para abrir su economía de manera gradual, continuamos creyendo que los trabajadores cubanos deben ser libres para formar uniones, de la misma manera que sus ciudadanos deben ser libres para participar en el proceso político.
Además, dada la historia de Cuba, espero que continuará aplicando políticas extranjeras que a veces estarán en fuerte desacuerdo con los intereses de los Estados Unidos. No espero que los cambios que estoy anunciando hoy brinden una transformación de la sociedad cubana de la noche a la mañana. Pero estoy convencido que a través de una política de participación, podemos defender nuestros valores de forma más efectiva y ayudar a los cubanos a que se ayuden a sí mismos a medida que entran en el siglo XXI.
Para aquellos que se oponen a los pasos que anuncio hoy, permítanme decirles que respeto su pasión y comparto su compromiso de la libertad y democracia. La cuestión es cómo mantenemos ese compromiso. No pienso que podamos seguir haciendo lo mismo durante más de cinco décadas y esperar un resultado distinto. Además, intentar empujar a Cuba al colapso no beneficia los intereses de Estados Unidos ni los de los cubanos. Incluso si eso funcionara -lo cual no ha funcionado durante 50 años- sabemos por medio de experiencias obtenidas con esfuerzo que es más probable que los países disfruten de una transformación duradera si la gente no está sujeta al caos. Hacemos un llamado a Cuba para que desencadene el potencial de 11 millones de cubanos al poner un punto final a las innecesarias restricciones impuestas en sus actividades políticas, sociales y económicas. Con ese mismo espíritu, no debemos permitir que las sanciones de EE. UU. impongan una carga aún mayor a los ciudadanos cubanos a los que estamos intentando ayudar.
Para los cubanos, Estados Unidos les extiende una mano de amistad. Algunos de ustedes nos han buscado como fuente de esperanza, y continuaremos alumbrando una luz de libertad. Otros nos han visto como un antiguo intento de colonización para controlar su futuro. José Martí una vez dijo, "La libertad es el derecho de cada hombre de ser honesto." Hoy, estoy siendo honesto con ustedes. Nunca podremos borrar la historia entre nosotros, pero creemos que deben estar empoderados para vivir con dignidad y autodeterminación. Los cubanos tienen un dicho sobre la vida diaria: "No es fácil". Hoy, los Estados Unidos quieren ser un socio para hacer que la vida de los cubanos ordinarios sea un poco más fácil, más libre y más prospera.
Para aquellos que han respaldado estas medidas, les agradezco por ser socios de nuestros esfuerzos. En particular, quiero agradecer a su Santidad el Papa Francisco, cuyo ejemplo moral nos muestra la importancia de proseguir en el mundo de la manera que tiene que ser, en lugar de simplemente establecerlo como está; al gobierno de Canadá, que ha sido sede de nuestros debates con el gobierno cubano; y a un grupo bipartidista de congresistas que han trabajado sin descanso para el comunicado de Alan Gross, y por un nuevo enfoque con respecto a nuestros intereses y valores en Cuba.
Finalmente, nuestro cambio de política con Cuba llega en un momento de liderazgo renovado en el continente americano. En abril pasado, hicimos una preparación para que Cuba se uniera a otras naciones del hemisferio en la Cumbre de las Américas. Pero insistiremos para que la sociedad civil se una a nosotros, y que de esa forma los ciudadanos y no solo los líderes, formen nuestro futuro. Y hago un llamado a que los demás líderes le brinden un significado a este compromiso con la democracia y los derechos humanos en el corazón de la Carta Interamericana. Permítanos dejar atrás el legado de la colonización y comunismo, la tiranía de los carteles de droga, dictadores y farsas electorales. Es posible tener un futuro de mayor paz, seguridad y desarrollo democrático si trabajamos juntos, no para mantener el poder, no para asegurar el interés personal, sino para promover los sueños de nuestros ciudadanos.
Estimados conciudadanos, la ciudad de Miami se encuentra a solo 200 millas o menos de la Habana. Un sinnúmero de cubanos han ido a Miami, en aviones y balsas improvisadas; algunos sin más que una playera y con esperanza en su corazón. Hoy a menudo se le refiere a Miami como la capital de Latinoamérica. Pero también es una ciudad profundamente estadounidense; un lugar que nos recuerda que los ideales importan más que el color de nuestra piel, o las circunstancias de nuestro nacimiento; una demostración de lo que los cubanos pueden lograr, y la apertura de los Estados Unidos con nuestra familia con el sur. Todos somos americanos.
El cambio es duro, en nuestras propias vidas y en las vidas de las naciones. Y el cambio es aún más duro cuando llevamos el peso de la historia en nuestros hombros. Pero hoy estamos haciendo estos cambios porque es la cosa correcta que hay que hacer. Hoy, Estados Unidos elige deshacerse de las cadenas del pasado para poder llegar a un mejor futuro para los cubanos, estadounidenses, para todo el hemisferio y para el mundo.
Gracias. Que Dios los bendiga y que Dios bendiga a Estados Unidos de América". EFEUSA
ENGLISH TEXT
Good afternoon. Today, the United States of America is changing its relationship with the people of Cuba.
In the most significant changes in our policy in more than fifty years, we will end an outdated approach that, for decades, has failed to advance our interests, and instead we will begin to normalize relations between our two countries. Through these changes, we intend to create more opportunities for the American and Cuban people, and begin a new chapter among the nations of the Americas.

There's a complicated history between the United States and Cuba. I was born in 1961 -- just over two years after Fidel Castro took power in Cuba, and just a few months after the Bay of Pigs invasion, which tried to overthrow his regime. Over the next several decades, the relationship between our countries played out against the backdrop of the Cold War, and America's steadfast opposition to communism. We are separated by just over 90 miles. But year after year, an ideological and economic barrier hardened between our two countries.

Meanwhile, the Cuban exile community in the United States made enormous contributions to our country -- in politics and business, culture and sports. Like immigrants before, Cubans helped remake America, even as they felt a painful yearning for the land and families they left behind. All of this bound America and Cuba in a unique relationship, at once family and foe.

Proudly, the United States has supported democracy and human rights in Cuba through these five decades. We have done so primarily through policies that aimed to isolate the island, preventing the most basic travel and commerce that Americans can enjoy anyplace else. And though this policy has been rooted in the best of intentions, no other nation joins us in imposing these sanctions, and it has had little effect beyond providing the Cuban government with a rationale for restrictions on its people. Today, Cuba is still governed by the Castros and the Communist Party that came to power half a century ago.

Neither the American, nor Cuban people are well served by a rigid policy that is rooted in events that took place before most of us were born. Consider that for more than 35 years, we've had relations with China -- a far larger country also governed by a Communist Party. Nearly two decades ago, we reestablished relations with Vietnam, where we fought a war that claimed more Americans than any Cold War confrontation.

That's why -- when I came into office -- I promised to re-examine our Cuba policy. As a start, we lifted restrictions for Cuban Americans to travel and send remittances to their families in Cuba. These changes, once controversial, now seem obvious. Cuban Americans have been reunited with their families, and are the best possible ambassadors for our values. And through these exchanges, a younger generation of Cuban Americans has increasingly questioned an approach that does more to keep Cuba closed off from an interconnected world.

While I have been prepared to take additional steps for some time, a major obstacle stood in our way -- the wrongful imprisonment, in Cuba, of a U.S. citizen and USAID sub-contractor Alan Gross for five years. Over many months, my administration has held discussions with the Cuban government about Alan's case, and other aspects of our relationship. His Holiness Pope Francis issued a personal appeal to me, and to Cuba's President Raul Castro, urging us to resolve Alan's case, and to address Cuba's interest in the release of three Cuban agents who have been jailed in the United States for over 15 years.

Today, Alan returned home -- reunited with his family at long last. Alan was released by the Cuban government on humanitarian grounds. Separately, in exchange for the three Cuban agents, Cuba today released one of the most important intelligence agents that the United States has ever had in Cuba, and who has been imprisoned for nearly two decades. This man, whose sacrifice has been known to only a few, provided America with the information that allowed us to arrest the network of Cuban agents that included the men transferred to Cuba today, as well as other spies in the United States. This man is now safely on our shores.

Having recovered these two men who sacrificed for our country, I'm now taking steps to place the interests of the people of both countries at the heart of our policy.

First, I've instructed Secretary Kerry to immediately begin discussions with Cuba to reestablish diplomatic relations that have been severed since January of 1961. Going forward, the United States will reestablish an embassy in Havana, and high-ranking officials will visit Cuba.

Where we can advance shared interests, we will -- on issues like health, migration, counterterrorism, drug trafficking and disaster response. Indeed, we've seen the benefits of cooperation between our countries before. It was a Cuban, Carlos Finlay, who discovered that mosquitoes carry yellow fever; his work helped Walter Reed fight it. Cuba has sent hundreds of health care workers to Africa to fight Ebola, and I believe American and Cuban health care workers should work side by side to stop the spread of this deadly disease.

Now, where we disagree, we will raise those differences directly -- as we will continue to do on issues related to democracy and human rights in Cuba. But I believe that we can do more to support the Cuban people and promote our values through engagement. After all, these 50 years have shown that isolation has not worked. It's time for a new approach.

Second, I've instructed Secretary Kerry to review Cuba's designation as a State Sponsor of Terrorism. This review will be guided by the facts and the law. Terrorism has changed in the last several decades. At a time when we are focused on threats from al Qaeda to ISIL, a nation that meets our conditions and renounces the use of terrorism should not face this sanction.

Third, we are taking steps to increase travel, commerce, and the flow of information to and from Cuba. This is fundamentally about freedom and openness, and also expresses my belief in the power of people-to-people engagement. With the changes I'm announcing today, it will be easier for Americans to travel to Cuba, and Americans will be able to use American credit and debit cards on the island. Nobody represents America's values better than the American people, and I believe this contact will ultimately do more to empower the Cuban people.

I also believe that more resources should be able to reach the Cuban people. So we're significantly increasing the amount of money that can be sent to Cuba, and removing limits on remittances that support humanitarian projects, the Cuban people, and the emerging Cuban private sector.

I believe that American businesses should not be put at a disadvantage, and that increased commerce is good for Americans and for Cubans. So we will facilitate authorized transactions between the United States and Cuba. U.S. financial institutions will be allowed to open accounts at Cuban financial institutions. And it will be easier for U.S. exporters to sell goods in Cuba.

I believe in the free flow of information. Unfortunately, our sanctions on Cuba have denied Cubans access to technology that has empowered individuals around the globe. So I've authorized increased telecommunications connections between the United States and Cuba. Businesses will be able to sell goods that enable Cubans to communicate with the United States and other countries.

These are the steps that I can take as President to change this policy. The embargo that's been imposed for decades is now codified in legislation. As these changes unfold, I look forward to engaging Congress in an honest and serious debate about lifting the embargo.

Yesterday, I spoke with Raul Castro to finalize Alan Gross's release and the exchange of prisoners, and to describe how we will move forward. I made clear my strong belief that Cuban society is constrained by restrictions on its citizens. In addition to the return of Alan Gross and the release of our intelligence agent, we welcome Cuba's decision to release a substantial number of prisoners whose cases were directly raised with the Cuban government by my team. We welcome Cuba's decision to provide more access to the Internet for its citizens, and to continue increasing engagement with international institutions like the United Nations and the International Committee of the Red Cross that promote universal values.

But I'm under no illusion about the continued barriers to freedom that remain for ordinary Cubans. The United States believes that no Cubans should face harassment or arrest or beatings simply because they're exercising a universal right to have their voices heard, and we will continue to support civil society there. While Cuba has made reforms to gradually open up its economy, we continue to believe that Cuban workers should be free to form unions, just as their citizens should be free to participate in the political process.

Moreover, given Cuba's history, I expect it will continue to pursue foreign policies that will at times be sharply at odds with American interests. I do not expect the changes I am announcing today to bring about a transformation of Cuban society overnight. But I am convinced that through a policy of engagement, we can more effectively stand up for our values and help the Cuban people help themselves as they move into the 21st century.

To those who oppose the steps I'm announcing today, let me say that I respect your passion and share your commitment to liberty and democracy. The question is how we uphold that commitment. I do not believe we can keep doing the same thing for over five decades and expect a different result. Moreover, it does not serve America's interests, or the Cuban people, to try to push Cuba toward collapse. Even if that worked -- and it hasn't for 50 years -- we know from hard-earned experience that countries are more likely to enjoy lasting transformation if their people are not subjected to chaos. We are calling on Cuba to unleash the potential of 11 million Cubans by ending unnecessary restrictions on their political, social, and economic activities. In that spirit, we should not allow U.S. sanctions to add to the burden of Cuban citizens that we seek to help.

To the Cuban people, America extends a hand of friendship. Some of you have looked to us as a source of hope, and we will continue to shine a light of freedom. Others have seen us as a former colonizer intent on controlling your future. José Martí once said, "Liberty is the right of every man to be honest." Today, I am being honest with you. We can never erase the history between us, but we believe that you should be empowered to live with dignity and self-determination. Cubans have a saying about daily life: "No es facil" -- it's not easy. Today, the United States wants to be a partner in making the lives of ordinary Cubans a little bit easier, more free, more prosperous.

To those who have supported these measures, I thank you for being partners in our efforts. In particular, I want to thank His Holiness Pope Francis, whose moral example shows us the importance of pursuing the world as it should be, rather than simply settling for the world as it is; the government of Canada, which hosted our discussions with the Cuban government; and a bipartisan group of congressmen who have worked tirelessly for Alan Gross's release, and for a new approach to advancing our interests and values in Cuba.
Finally, our shift in policy towards Cuba comes at a moment of renewed leadership in the Americas. This April, we are prepared to have Cuba join the other nations of the hemisphere at the Summit of the Americas. But we will insist that civil society join us so that citizens, not just leaders, are shaping our future. And I call on all of my fellow leaders to give meaning to the commitment to democracy and human rights at the heart of the Inter-American Charter. Let us leave behind the legacy of both colonization and communism, the tyranny of drug cartels, dictators and sham elections. A future of greater peace, security and democratic development is possible if we work together -- not to maintain power, not to secure vested interest, but instead to advance the dreams of our citizens.

My fellow Americans, the city of Miami is only 200 miles or so from Havana. Countless thousands of Cubans have come to Miami -- on planes and makeshift rafts; some with little but the shirt on their back and hope in their hearts. Today, Miami is often referred to as the capital of Latin America. But it is also a profoundly American city -- a place that reminds us that ideals matter more than the color of our skin, or the circumstances of our birth; a demonstration of what the Cuban people can achieve, and the openness of the United States to our family to the South. Todos somos Americanos.

Change is hard -- in our own lives, and in the lives of nations. And change is even harder when we carry the heavy weight of history on our shoulders. But today we are making these changes because it is the right thing to do. Today, America chooses to cut loose the shackles of the past so as to reach for a better future -- for the Cuban people, for the American people, for our entire hemisphere, and for the world.

Thank you. God bless you and God bless the United States of America.


Discurso del gobernante cubano Raúl Castro en el que anunció el restablecimiento de relaciones diplomáticas acordado con Estados Unidos.

TEXTO EN ESPAÑOL

Compatriotas:
Desde mi elección como Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, he reiterado en múltiples ocasiones, nuestra disposición a sostener con el gobierno de los Estados Unidos un diálogo respetuoso, basado en la igualdad soberana, para tratar los más diversos temas de forma recíproca, sin menoscabo a la independencia nacional y la autodeterminación de nuestro pueblo.
Esta es una posición que fue expresada al Gobierno de Estados Unidos, de forma pública y privada, por el compañero Fidel en diferentes momentos de nuestra larga lucha, con el planteamiento de discutir y resolver las diferencias mediante negociaciones, sin renunciar a uno solo de nuestros principios.
El heroico pueblo cubano ha demostrado, frente a grandes peligros, agresiones, adversidades y sacrificios, que es y será fiel a nuestros ideales de independencia y justicia social. Estrechamente unidos en estos 56 años de Revolución, hemos guardado profunda lealtad a los que cayeron defendiendo esos principios desde el inicio de nuestras guerras de independencia en 1868.
Ahora, llevamos adelante, pese a las dificultades, la actualización de nuestro modelo económico para construir un socialismo próspero e sostenible.
Resultado de un diálogo al más alto nivel, que incluyó una conversación telefónica que sostuve ayer con el Presidente Barack Obama, se ha podido avanzar en la solución de algunos temas de interés para ambas naciones.
Como prometió Fidel, en junio del 2001, cuando dijo: ¡Volverán!, arribaron hoy a nuestra Patria, Gerardo, Ramón y Antonio.
La enorme alegría de sus familiares y de todo nuestro pueblo, que se movilizó infatigablemente con ese objetivo, se extiende entre los cientos de comités y grupos de solidaridad; los gobiernos, parlamentos, organizaciones, instituciones y personalidades que durante estos 16 años reclamaron e hicieron denodados esfuerzos por su liberación. A todos ellos expresamos la más profunda gratitud y compromiso.
Esta decisión del Presidente Obama, merece el respeto y reconocimiento de nuestro pueblo.
Quiero agradecer y reconocer el apoyo del Vaticano, y especialmente, del Papa Francisco, al mejoramiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Igualmente, al Gobierno de Canadá por las facilidades creadas para la realización del diálogo de alto nivel entre los dos países.
A su vez, decidimos excarcelar y enviar a Estados Unidos a un espía de origen cubano que estuvo al servicio de esa nación.
Por otra parte, basados en razones humanitarias, hoy también fue devuelto a su país el ciudadano norteamericano Alan Gross.
De manera unilateral, como es nuestra práctica y en estricto apego a nuestro ordenamiento legal, han recibido beneficios penales los reclusos correspondientes, incluida la excarcelación de personas sobre las que el Gobierno de los Estados Unidos había mostrado interés.
Igualmente, hemos acordado el restablecimiento de las relaciones diplomáticas.
Esto no quiere decir que lo principal se haya resuelto. El bloqueo económico, comercial y financiero que provoca enormes daños humanos y económicos a nuestro país debe cesar.
Aunque las medidas del bloqueo han sido convertidas en Ley, el Presidente de los Estados Unidos puede modificar su aplicación en uso de sus facultades ejecutivas.
Proponemos al Gobierno de los Estados Unidos adoptar medidas mutuas para mejorar el clima bilateral y avanzar hacia la normalización de los vínculos entre nuestros países, basados en los principios del Derecho Internacional y la Carta de las Naciones Unidas.
Cuba reitera su disposición a sostener cooperación en los organismos multilaterales, como la Organización de Naciones Unidas.
Al reconocer que tenemos profundas diferencias, fundamentalmente en materia de soberanía nacional, democracia, derechos humanos y política exterior, reafirmo nuestra voluntad de dialogar sobre todos esos temas.
Exhorto al Gobierno de los Estados Unidos a remover los obstáculos que impiden o restringen los vínculos entre nuestros pueblos, las familias y los ciudadanos de ambos países, en particular los relativos a los viajes, el correo postal directo y las telecomunicaciones.
Los progresos alcanzados en los intercambios sostenidos demuestran que es posible encontrar solución a muchos problemas.
Como hemos repetido, debemos aprender el arte de convivir, de forma civilizada, con nuestras diferencias.
Sobre estos importantes temas volveremos a hablar más adelante.
Muchas gracias.