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ANGELITA CASTILLO PEÑA
Fundadora
de Angelita’s Novias fallece en Miami
Cuando
era solo una adolescente, Angelita Castillo Peña subió sola a un barco que la
llevó desde Galicia, España, hasta Cuba, donde podría haberse convertido en uno
más de los tantos inmigrantes que llegaron a la isla a “hacer la América” en
las primeras décadas del siglo XX. Pero Castillo nunca se conformaría con ser
una más. Con una fuerza de voluntad de hierro se convirtió en una mujer de
negocios que fundó en Cuba la exitosa tienda Angelita Novias, en la que
alquilaba y confeccionaba trajes de novias, vestidos para quinceañeras y de
cóctel.
Al
tomar el camino del exilio con su familia en 1960, Castillo Peña dejó atrás un
próspero negocio que empleaba a 55 personas y vestía lo mismo a estrellas del
espectáculo y señoras de sociedad, que salían en todas las revistas del
momento, que a aquellas jovencitas que empleaban sus ahorros en comprar un
traje de ensueño para uno de los días más importantes de su vida.
Castillo
Peña falleció en Miami el jueves 9 de octubre, a los 94 años, después de haber
convertido a Angelita’s Novias –esta vez con el apóstrofe para indicar que
había asumido las costumbres de su nuevo país– en un sello de elegancia en todo
lo relacionado con la preparación de una boda, un bautizo, una primera comunión
o una gala para artistas y luminarias del exilio.
“El
carácter de mi madre estaba marcado por la fuerza de voluntad. Siempre hizo lo
que se propuso”, afirmó su hijo, René Castillo, contando que su madre estuvo
activa hasta hace cuatro años, cuando le hizo el traje de bautizo a uno de sus
cuatro bisnietos. Después empezó a afectarla el Alzheimer, la causa de su
fallecimiento. “Todo el que conocía a mi madre, podía llegar a ser su amigo.
Era muy dulce, siempre se prestaba para ayudar a todos”, añadió su hijo,
indicando que después de su retiro, cerca de los 70 años, luego de haber
trabajado 14 horas diarias, seis días a la semana durante casi toda su vida,
siguió colaborando con la iglesia de la Divina Providencia. “En los veranos se
reunía con un grupo de la iglesia e iba a asistir a indígenas en el sur de
México. Ella enseñaba a muchas jovencitas a coser”, cuenta Castillo, indicando
que su madre era una ferviente católica, que en su juventud contempló la
posibilidad de hacerse monja, pero lo descartó porque siempre quiso tener
familia.
Fue
precisamente cuando estudiaba en un convento en La Habana que Angelita
perfeccionó la costura que había aprendido en su aldea de Galicia. “Ella
siempre quiso estudiar. Por eso vino de España a Cuba”, reafirmó su hijo,
contando que fue trabajando con un famoso modisto de la época, el catalán
Ismael Bernabeu, que se convirtió en una maestra de la aguja. “Una de las
muchachas que estaba en el convento se iba a casar y ella le hizo el traje de
novia”, contó Castillo sobre los comienzos de su madre. Cuando otra de sus
compañeras del convento, de escasos recursos, quiso casarse, Angelita tuvo la
idea de hacer una blusa nueva y unirla a la falda del traje que había cosido
para la otra muchacha.“Inventó una nueva pieza y también tuvo la idea de
alquilar trajes de novia y de Quince. Ella dio la oportunidad a muchas familias
que no tenían dinero de usar un traje bonito”, dijo Castillo.
En
1945, la joven costurera estableció Angelita Novias, que fue mejorando de
vecindario a medida que crecía el negocio. En su etapa de esplendor ya la
tienda estaba ubicada en el corazón de La Habana, en la calle Galiano, entre
Virtudes y Concordia. En 1947 se casó y comenzó a formar una familia.“Ella
cortaba casi todos los trajes, ayudaba a coser, asistía en el diseño. Además
tomaba las decisiones del negocio”, dijo Castillo que era un niño cuando su
familia se marchó de Cuba. “Recuerdo cuando [Angelita] prestaba sus vestidos
para las telenovelas de CMQ Televisión a finales de 1950”, dijo el diseñador
Alejandro Galindo, que por aquella época iniciaba su carrera en el medio
desempeñando múltiples oficios. “Como todavía no existía departamento de
vestuario los productores pedían ropa a las casas de moda más importantes de La
Habana. Y Angelita Novias era una de ellas. Allí se podían encontrar vestidos
únicos que agregaban un toque de elegancia a los personajes de las
producciones”.
Al
principio la familia Castillo vino a Miami, pero en ese año 1960 en la ciudad
no había trabajo. Los padres dejaron a los hijos con un familiar y se fueron a
Nueva York en busca de oportunidades. Allí Angelita volvió a emplear sus manos
para confeccionar trajes para la comunidad de cubanos , mientras trabajaba en
una factoría.
En
la avenida 12 y la primera calle nació el primer Angelita’s Novias de Miami.
“La familia vivía en la parte de atrás”, recuerda Castillo. Cuando el negocio
empezó a crecer, lo mudaron para el downtown, en el 112 NW Flagler
St. “Mi mamá le hizo una bata cubana a Celia Cruz. ¿Quién sabía entonces hacer
aquí una bata cubana?”, recordó María C. Kelly, hija de Angelita. También le
hizo trajes a Olga Guillot, a Aleida Leal y confeccionó el vestuario de una
telenovela que se hizo en Miami en los años 1960, Santa Bárbara,
amplió. “Entonces había muchos homenajes en el Dade County Auditorium. Se
hacían para los artistas que llegaban al exilio”, recordó Kelly. También era
una época en que la mayoría de los exiliados alquilaban los trajes. “No había
dinero para muchas cosas”, acotó Kelly.
A
Angelita se le ocurrió una idea con la que todos podían ahorrar, al menos en
gasolina. Compró un edificio y concentró allí varios servicios de las celebraciones:
las fotos, los trajes y los arreglos florales. Para eso compartió el espacio
con el fotógrafo Rey Grafos y con Saborido Flowers, fundado por Antonio
Saborido.“El nuevo edificio se inauguró a principios de 1975. Estaba en 2046
West Flagler St. Hicimos un fashion show muy grande y Aleida
Leal fue la maestra de ceremonia”, recordó Kelly, que ella misma participó en
el desfile.
En
1980, Angelita se retiró y le vendió el negocio a Grafos y a Saborido, pero no
se detuvo. Se puso a estudiar inglés porque nunca había tenido tiempo para
hacerlo. “Dice mi hermana que fue entonces cuando perdió su acento español”,
comentó Castillo sobre su madre, que entonces sacó el diploma de GED
(equivalente a los estudios secundarios) y viajó a Chile a ayudar a su hermana
misionera a construir un taller de costura para jóvenes humildes. “Mi mamá era
una mujer del futuro, muy arriesgada”, concluyó Kelly. “Era absolutamente
bella”, acotó Castillo. “Todos lo decían, a los 90 años tenía una piel muy
linda”.
A
Angelita la sobreviven, además de sus hijos, René y María, cuatro nietos y
cuatro bisnietos.
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