Monday, April 8, 2013



La mítica actriz y cantante española Sara Montiel murió este lunes en su casa del madrileño barrio de Salamanca a los 85 años de edad, informaron medios españoles.
Según el diario El País, su fallecimiento se produjo como consecuencia de una grave crisis de salud. Hace tres semanas la diva había celebrado sus 85 años en compañía de sus amigos más íntimos, y hasta hace pocos meses no parecía dar muestras de fatiga ni de tener en mente abandonar los escenarios, indicó el diario.
"En primavera me pongo a dar conciertos. Y me va muy bien. Pero en diciembre y enero no hago nada, ¿eh? El año pasado hice seis galas. Me quieren mucho en toda España. Estoy dos horas en el escenario y todos salen encantados. Y no hago nada para cuidar mi voz"dijo la actriz en una entrevista en octubre pasado.
Nacida en La Mancha, en la localidad de Campo de Criptana (Ciudad Real), en 1928, María Antonia Abad Fernández, verdadero nombre de Sara Montiel, fue la diva por excelencia del cine español, icono de sensualidad y mito del cuplé, trabajó en medio centenar de películas y publicó más de una treintena de discos, reporta EFE. Esta belleza hispana, a la que dieron en llamar "manchega universal", que cautivó a la empresa cinematográfica más fuerte del mundo, en los años cincuenta llegó a compartir cartel con figuras como Gary Cooper y Burt Lancaster en la película Veracruz.
En España   
Protagonizó uno de los grandes éxitos del cine español El último cuplé (1957), por cuyo 50 aniversario recibió un homenaje en Miami. Por su belleza pronto se convirtió en un mito erótico, una artista que interpretaba seductoras canciones como Fumando espero, Bésame mucho, La violetera o Amado mío.
En Hollywood
Firmó contratos millonarios para Warner Bross y United Artits, trabajó con directores como Anthony Mann —su primer marido— y enamoró en la pantalla a galanes como Cooper, Lancaster o Charles Bronson. Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, recibió también la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes (1958), el Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo (1959) y el del Círculo de Escritores Cinematográficos (1959), además del título de Actriz del Año (1959) y el Disco Oro (1959, por La violetera).
La Academia del Cine   
Le concedió en 1997 su Medalla de Oro y, entre otros reconocimientos, atesora el Águila de Oro de Hollywood (1986, el Oscar hispano); la Orden de las Artes y las Letras Francesas (1982); el Premio del Círculo de Escritores Cinematográficos (1999); y una Biznaga de Plata -"La Película de Oro" del Festival de Cine de Málaga (2007) por El último cuplé.
Su azarosa vida   
Sentimental incluye cuatro maridos. Tras su matrimonio en 1957 con el director estadounidense Anthony Mann, del que se separó en 1961 y obtuvo la nulidad en 1963, en 1964 se casó con el productor José Vicente Ramírez Olalla y en 1979, tras nueve años de convivencia, con el industrial mallorquín Pepe Tous. Con éste último, fallecido en 1992, adoptó dos hijos: Thais y Zeus. En 1993 se volvió a casar con Tony Hernández, un cubano de entonces 39 años, declarado admirador de la artista, de quien se separó en 2003.
Sus Amores   
Entre sus amores "inconfesables", la "reina del cuplé" siempre citaba a cinco hombres: el premio Nobel de Medicina Severo Ochoa, al poeta León Felipe, al dramaturgo Miguel Mihura, al cineasta Mario Camus y el Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway.
Montiel en La Habana Cuba 1958   
Su película El último cuplé provocó semanas de largas colas en el cine Radiocentro.  Su recital desbordó el teatro Blanquita, entonces el más grande de América. La Asociación de Cronistas de Espectáculos la declaró la artista internacional más querida de los cubanos. En 2002, la actriz regresó a la Isla para conocer a la familia de su esposo cubano.

DDC | Madrid | 8 Abr 2013
Sarita Montiel es recibida en el Aeuropuerto Internacional de Cuba 1958
Sarita Montiel se presenta en el Teatro Blanquita de La Habana 1958

Sarita Montiel se hospeda en un suite del  legendario Habana Hilton y se despiegla sobre una alfombra decorativa diseñada por la mistica Amelia Pelaez 1958



Sarita Montiel es hueped del  legendario Habana Hilton 1958


Se estrena "CARMEN la de ronda" en el cine en La Habana 1959

Tuesday, April 2, 2013


CUBANOS Y PUNTO



Hace unos años, cuando salí por primera vez de Cuba, estaba yo en un tren que partía desde la ciudad de Berlín hacia el Norte. Un Berlín ya reunificado, pero que todavía conservaba fragmentos de esa fea cicatriz que fue aquel muro que dividió a una nación. En el compartimento de aquel tren y mientras recordaba a mi padre y mi abuelo ferroviarios, que hubieran dado cualquier cosa por viajar en esa maravilla de vagones y locomotora, entablé una conversación con un joven que iba sentado justo frente a mí. Después del primer intercambio de saludos, de maltratar el idioma alemán con un “Guten Tag” y aclarar que “Ich spreche ein bisschen Deutsch”, el hombre me preguntó inmediatamente de dónde yo venía. Así que le respondí con un “Ich komme aus Kuba”. Como siempre ocurre después de la frase de que uno viene de la mayor de las Antillas, el interlocutor trató de demostrar lo mucho que sabía sobre nuestro país. Normalmente, durante ese viaje me encontraba con gente que me decía “ah… Cuba, sí, Varadero, ron, música salsa”. También hallé hasta un par de casos que la única referencia que parecían tener sobre nuestra nación era el disco “Buena Vista Social Club”, que justamente por esos años estaba arrasando en popularidad en las listas de temas más escuchados. Pero aquel joven en un tren de Berlín me sorprendió. A diferencia de otros no me respondió con un estereotipo turístico o melódico, llegó más allá. Su pregunta fue: “¿Eres de Cuba? ¿De la Cuba de Fidel o de la Cuba de Miami?

Mi rostro se puso rojo, se me olvidó todo la poca lengua germana que sabía y le respondí en mi mejor español de Centro Habana: “Chico, yo soy cubana de José Martí”. Ahí terminó nuestra breve conversación. No obstante, el resto de viaje y el resto de mi vida, he tenido muy presente aquella charla. Me he preguntado muchas veces qué ha llevado a aquel berlinés y a tantas otras personas en el mundo a ver a los cubanos de dentro y de fuera de la Isla como dos mundos separados, dos mundos irreconciliables. La respuesta a esa pregunta recorre también parte del trabajo en mi blog Generación Y. ¿Cómo fue que dividieron nuestra nación? ¿Cómo fue que un gobierno, un partido, un hombre en el poder, se atribuyeron el derecho de decidir quién debía llevar nuestra nacionalidad y quién no? La respuesta a esas preguntas la saben ustedes mucho mejor que yo. Ustedes, que han vivido el dolor del exilio, que partieron la mayoría de las veces sólo con lo que llevaban puesto. Ustedes, que dijeron adiós a familiares, a muchos de los cuales nunca más volvieron a ver. Ustedes que han tratado de preservar a Cuba, la única, la indivisible, la completa, en vuestras mentes y vuestros corazones.

Pero yo sigo preguntándome ¿Qué pasó? ¿Cómo fue que el gentilicio de cubano pasó a ser algo que sólo se otorgaba por considerandos ideológicos? Créanme que cuando uno ha nacido y crecido con una sola versión de la historia, una versión mutilada y conveniente de la historia, no puede responderse esa pregunta. Por suerte, del adoctrinamiento siempre es posible despertar. Basta que cada día una pregunta, cómo ácido corrosivo, se nos adentre en la cabeza. Basta que no nos conformemos con lo que nos dijeron. El adoctrinamiento es incompatible con la duda, el lavado de cerebro termina justo cuando ese mismo cerebro empieza a cuestionarse las frases que le han dicho. El proceso de despertar es lento, comienza como un extrañamiento, como si de pronto le vieras las costuras a la realidad. Así fue como se inició todo en mi caso. Fui una pionerita adocenada, todos ustedes lo saben. Repetí cada día en los matutinos de la escuela primaria aquella consigna de “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Corrí infinidad de veces con la máscara antigás bajo el brazo hacia un refugio, mientras mis maestros me aseguraban que pronto seríamos atacados desde algún lugar. Lo creí. Un niño siempre cree lo que le dicen los mayores. Pero había algunas cosas que no encajaban. Todo proceso de búsqueda de la verdad tiene su detonante. Justo un momento en que una pieza no encaja, en que algo no tiene lógica. Y esa ausencia de lógica estaba fuera de la escuela, estaba en mi barrio y en mi casa. Yo no entendía bien el por qué si aquellos que se habían ido en el Mariel eran “enemigos de la Patria”, por qué mis amigas estaban tan felices cuando alguno de aquellos parientes exiliados les enviaba algo de comida o de ropa. ¿Por qué esos vecinos que habían sido despedido con un acto de repudio en el solar de Cayo Hueso donde yo había nacido, eran los que mantenían a la madre anciana que había quedado atrás, quien regalaba parte de aquellos paquetes a los mismos que habían lanzado huevos e insultos a sus hijos? Yo no entendía. Y de esa incomprensión, dolorosa como todo parto, nació la persona que soy ahora.

Por eso, cuando aquel berlinés que nunca había estado en Cuba intentó dividir mi nación, salté como un gato y lo encaré. Por eso, estoy aquí ante ustedes hoy, tratando de ayudar a que nadie, nunca más, pueda dividirnos entre un tipo de cubano u otro. Los vamos a necesitar para la Cuba futura y los necesitamos en la Cuba presente. Sin ustedes nuestro país estaría incompleto, como alguien a quien se le ha amputado sus extremidades. No podemos permitir que nos sigan dividiendo. Como mismo estamos luchando para que habitar un país donde se permitan los derechos a la expresión, la asociación y tantos otros que nos han arrebatados; tenemos que hacer todo -lo posible y lo imposible- porque ustedes recuperen esos derechos que también les han sido quitados. Es que no hay un ustedes y un nosotros… solo hay un “nosotros”. No permitamos que nos sigan separando.
Aquí estoy porque no me creía la historia que me contaron. Como muchos otros tantos cubanos que crecieron bajo una sola “verdad” oficial, hemos despertado. Tenemos que reconstruir nuestra nación. Nosotros solos no podemos. Los aquí presentes -y bien que lo saben- han ayudado a muchas familias de la Isla a poner un plato de comida sobre la mesa de sus hijos. Se han abierto camino en sociedades donde tuvieron que empezar desde cero. Han llevado y cuidado a Cuba. Ayúdennos a unificarla, a derrumbar ese muro que. a diferencia del de Berlin, no es de concreto ni ladrillos, sino de mentiras, silencios, malas intenciones.

En esa Cuba con la que muchos soñamos no hará falta aclarar qué tipo de cubano uno es. Seremos cubanos a secas, cubanos y punto, cubanos.


Texto leído por Yoani Sanchez en acto realizado en la Torre de la Libertad, Miami, Florida, el 1° de abril de 2013

Monday, April 1, 2013

canto a MATANZAS
fotografias y ensayo: Arq. Carlos Alberto Fleitas
poema: Carilda Oliver Labra

 


El Arq. Carlos Alberto Fleitas nos presenta en este libro a su Matanzas natal; una cuidad enlazada por sus puentes, con el mar de antesala y su valle al fondo. El hoy nos enmarca en esta obra la unión de dos artes. Un enlace íntimo entre quince fotografías tomadas al fin del siglo pasado y quince décimas compuestas hace más de cincuenta años por la poetisa Carilda Oliver Labra. Esta unión, junto imágenes del ayer encuadran con esplendor el reencuentro de dos artes.


El libro esta disponible a la venta en tres formatos diferentes:

digital (pdf):  ebook (iPad iBooks format), 160 paginas color

impresion (formato large): large landscape format 13" x 11" (33 x 28 cm) 160 paginas color

impresion(formato standard):  standard landscape format 10" x 8" (25 x 20 cm) 160 paginas color